He asistido a muchos encuentros, pero hay uno en particular que quedó grabado en mi memoria como el mejor de todos. Llamo de el mejor evento de coches clásicos de mi vida.
El rugido de un motor clásico en un evento de coches antiguos, es una sinfonía que solo nosotros, los verdaderos apasionados, sabemos apreciar.
Quiero compartir con vosotros cada detalle de esta experiencia porque no puedo imaginar a un amante de los coches sin haber asistido nunca a un evento como este.
Un evento que me transportó a otra época
Desde el momento en que llegué al lugar, sentí que había retrocedido en el tiempo. Era como si hubiera entrado en una película de los años 50, donde cada auto tenía una historia y cada persona llevaba en la mirada ese brillo especial de quien ama los clásicos. El olor a gasolina mezclado con cuero viejo, el reflejo del sol sobre la pintura impecable de cada modelo… Era el paraíso.
Lo que más me impresionó fue la variedad. No era un evento cualquiera. Allí había verdaderas joyas sobre ruedas: desde un Cadillac Eldorado impecable hasta un Ferrari 250 GTO que parecía recién salido de fábrica. Me encontré con modelos que solo había visto en revistas o en sueños.
La gente y sus historias: lo mejor del evento
Pero lo que hizo que este evento fuera realmente especial no fueron solo los autos. Fue la gente. Había coleccionistas que llevaban décadas restaurando sus máquinas, mecánicos que podían hablar horas sobre un solo carburador y fanáticos que habían viajado miles de kilómetros solo para estar allí. Escuchar sus historias, compartir experiencias y aprender de su conocimiento fue algo invaluable.
Uno de los momentos más memorables fue cuando conocí a un hombre que había restaurado un Mustang Fastback del 67 completamente desde cero. Me contó que le tomó más de diez años encontrar las piezas originales y devolverle su gloria. Y cuando arrancó el motor frente a la multitud, el sonido nos erizó la piel a todos. Fue un momento de pura magia.
Detalles que marcan la diferencia
Otro punto que hizo que este evento fuera único fue la organización. No era solo una exhibición de autos, era una celebración del automovilismo clásico. Había charlas con expertos, exhibiciones en vivo de restauración, pruebas de manejo y hasta una subasta donde algunos afortunados se llevaron verdaderas reliquias.
Incluso los pequeños detalles contaban. La música era de época, los anuncios se hacían con un micrófono vintage y hasta la comida seguía la temática: hamburguesas clásicas, malteadas y café servido en tazas de porcelana antigua. Todo estaba pensado para sumergirnos completamente en la experiencia.
La despedida y la promesa de volver
Cuando llegó el momento de irme, sentí ese vacío que solo se siente cuando algo verdaderamente especial llega a su fin. Antes de salir, di una última vuelta entre los autos, respiré hondo y me prometí que volvería. Porque una experiencia como esta no se vive solo una vez.
Si alguna vez tienes la oportunidad de asistir a un evento de este nivel, no lo dudes. No es solo sobre autos, es sobre historias, pasión y la conexión entre personas que comparten un mismo amor por los clásicos. Para mí, fue mucho más que un evento: fue un recordatorio de por qué amo tanto este mundo.
+Ver también: Mi primera vez en un encuentro de autos antiguos

Apasionado por los coches clásicos desde que tiene memoria, Javier Montoro ha dedicado su vida a la búsqueda, restauración y conservación de verdaderas joyas sobre ruedas. Con años de experiencia en la compra, restauración y mantenimiento de vehículos antiguos, comparte sus conocimientos, historias y aprendizajes en este blog.