Cómo elijo los autos que entran en mi colección

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Si hay algo que he aprendido en todos estos años coleccionando autos clásicos, es que elegir un modelo para la colección no es solo cuestión de dinero. Por eso te voy a contar toda mi experiencia y secretos sobre cómo elijo los autos que entran en mi colección.

Hay quienes ven un auto bonito, raro y ya quieren comprarlo. Pero una colección de verdad no se hace por impulso. Si fuera así, ya tendría un galpón lleno de chatarra con placas de colección.

Aquí, cada auto que entra tiene una historia. Tiene un motivo. Y, sobre todo, sigue un criterio.

Si alguna vez pensaste en formar tu propia colección o simplemente quieres saber cómo un apasionado de los clásicos elige sus joyas, ponte cómodo, sírvete un trago y deja que te cuente mi proceso de cómo elijo los autos.

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Paso a paso cómo elijo los autos

1. El auto tiene que tener alma

Me tomo muy en serio este criterio cuando y cómo elijo los autos que entran en mi colección.

Puede sonar a locura, pero cualquier coleccionista de verdad lo entenderá. No basta con que sea bonito, raro o caro. El auto tiene que tener alma.

¿Y qué significa eso? Significa que debe hacerme sentir algo. Puede ser una nostalgia, una admiración por su historia o incluso el recuerdo de un momento especial.

No importa si es un Mustang Fastback o un Volkswagen Escarabajo del 66. Si al verlo no me despierta nada, entonces no entra en la colección.

Y ya me ha pasado. He visto autos rarísimos a la venta, con precios razonables, pero que no me movieron ni un pelo. Pasé de largo. Porque una colección no es sobre aparentar, es sobre pasión.

2. Tiene que ser especial por algún motivo

Aquí entra la estrategia. Hay autos que no tienen que ser carísimos para ser icónicos. Lo importante es que hayan marcado una época.

Por ejemplo, el Chevrolet Bel Air del 57. No es solo un auto antiguo bonito. Fue uno de los modelos que definieron el diseño automotriz de los años 50.

Otro caso: el Dodge Charger R/T del 69. Si viste «Bullitt» o «Rápido y Furioso», sabes de lo que hablo. Ese auto representa una era.

Entonces, cada vez que considero un modelo, me pregunto: «¿Qué representa este auto para la historia del automovilismo?» Si la respuesta es “nada”, paso al siguiente.

3. El estado de conservación importa, pero no lo es todo

Hay quienes solo quieren autos en estado impecable, como si hubieran salido de la fábrica ayer. Lo entiendo, pero en mi colección, eso no es un requisito obligatorio.

Para mí, un auto con historia puede tener cicatrices del tiempo. Una pintura desgastada, un asiento con ese aroma a cuero viejo, un volante con marcas de uso… Eso es parte del encanto.

Ahora bien, hay límites. Si el auto está podrido, con óxido estructural y un motor que ya no tiene salvación, lo dejo pasar. Restaurar un clásico es un placer, pero hay cosas que simplemente no valen la pena.

Si el chasis está sólido y el motor puede volver a rugir, entonces puede ser un buen proyecto.

4. La rareza tiene su peso en la decisión

Que un auto sea raro, ¿automáticamente lo hace valioso? No siempre. Hay rarezas que nadie quiere.

Pero si un modelo tuvo una producción limitada, una versión especial o algún detalle único, ahí sí le presto atención.

Por ejemplo, el Corvette Stingray 63 Split-Window. Esa luneta trasera dividida solo existió un año, lo que lo convirtió en uno de los modelos más codiciados. Esa es la clase de rareza que vale la pena.

En cambio, un auto del que solo se fabricaron 500 unidades, pero a nadie le interesa, no significa nada.

5. Debo saber dónde lo voy a guardar

Este es un criterio que muchos olvidan. Una colección ocupa espacio.

Ya cometí el error de comprar un auto sin planear bien dónde lo iba a estacionar. Resultado: un clásico durmiendo a la intemperie hasta que encontré una solución.

Así que ahora, solo entra un nuevo modelo si tengo un lugar digno para él. Nada de dejar una joya bajo la lluvia.

6. Debe encajar en la colección

Aquí es donde muchos se equivocan. Comprar un auto clásico aislado es una cosa. Pero armar una colección exige coherencia.

Mi colección, por ejemplo, sigue una línea clara: modelos icónicos de los años 50, 60 y 70, que marcaron época y tienen un estilo deportivo o de lujo.

Si me ofrecen un auto increíble, pero que no encaja con ese perfil, lo pienso dos veces.

Porque al final, una colección debe contar una historia. Si se convierte en un conjunto de autos aleatorios, pierde su encanto.

Coleccionar es más que comprar autos

Si pudiera dar un consejo a quien quiere empezar una colección, sería este: no compres por impulso.

Coleccionar autos clásicos no es cuestión de cantidad, sino de significado. Cada auto debe tener una razón para estar ahí.

Y sobre todo: debe hacerte sentir algo cada vez que abres el garaje.

Si no te da un cosquilleo en el estómago al verlo, entonces tal vez sea solo un auto bonito… y no un clásico digno de tu colección.